Por: Dra. Mary Nóbrega
Soy médico fisiatra, conozco
a Dios desde pequeña, creo en Él y también creo en los milagros que puede hacer. Hoy estoy más convencida que nunca que también Él nos puede sorprender.
Hace, aproximadamente, unos 7 meses, una compañía de
servicios médicos y fisioterapéuticos a domicilio me llamó para que fuera a
evaluar a una paciente con ELA en su casa, ya que ésta se le dificultaba
trasladarse hasta el consultorio; entonces, yo con gusto accedí y fue así como conocí
a Ana Victoria Sanz.
Al empezar con el interrogatorio de rutina me quedé sorprendida
cuando me contó que tenía más de 8 años con Esclerosis Lateral Amiotrófica, pues yo había conocido a otros pacientes con esta enfermedad, los cuales en un lapso de uno a tres años de haber conocido su diagnóstico han fallecido producto de complicaciones a causa de la misma enfermedad. Pero aparte de sorprenderme el tiempo que llevaba con vida esta paciente padeciendo ELA, me sorprendía, también la notable paz y tranquilidad que se percibía en su habitación. Ese día hice mi consulta y dejé mis recomendaciones respecto a la rutina fisioterapéutica que ameritaba.
cuando me contó que tenía más de 8 años con Esclerosis Lateral Amiotrófica, pues yo había conocido a otros pacientes con esta enfermedad, los cuales en un lapso de uno a tres años de haber conocido su diagnóstico han fallecido producto de complicaciones a causa de la misma enfermedad. Pero aparte de sorprenderme el tiempo que llevaba con vida esta paciente padeciendo ELA, me sorprendía, también la notable paz y tranquilidad que se percibía en su habitación. Ese día hice mi consulta y dejé mis recomendaciones respecto a la rutina fisioterapéutica que ameritaba.
Al mes siguiente regresé para hacerle una reevaluación y allí mientras conversábamos supe que Ana Victoria era cristiana, temerosa de Dios, igual que yo. Ese día me contó que era profeta de Dios, entonces pensé: "Con razón, sólo así esta mujer, con este terrible diagnóstico, puede estar viva; tan sólo Dios le ha permitido vivir todos estos años".
Luego de esas 2 primeras
consultas, comenzamos a conocernos un poco más, supe, entonces, que ella en esa condición
iba y llevaba el mensaje de Dios a donde la invitaban, por eso la invité a mi
iglesia para que hablara acerca de su testimonio y llevara el mensaje del Señor a la congregación.
Cuando estuvo en mi iglesia, en noviembre, me sorprendí una
vez más, pues, siendo yo su doctora, conozco bien sus limitaciones de movilidad, de
respiración y de habla por causa de la ELA, así que esperaba que cuando la pasaran al altar para que diera su mensaje lo hiciera sentada, pero cuando la pasaron y le preguntaron si lo haría en una silla, ella dijo que no, que lo
haría de pies, eso me preocupó, pero ella estaba decidida a hablar parada. Allí
mientras predicaba su disartria desapareció, su fuerza en la voz era de una
persona normal, se movía con firmeza y levantaba sus brazos mucho, aunque tiene
hemiparesia y le cuesta elevar sus brazos y más aun mantenerlos elevados; así se sostuvo en pie durante más de una hora e hizo, mientras
hablaba, cosas que sé que ella normalmente no puede hacer o se le dificulta en
gran manera hacerlas sin apoyo o ayuda.
Al verla, ese día, otra vez pensé “esto es sólo DIOS”. Al terminar
de hablar en la iglesia fuimos a comer, pero mientras nos dirigíamos al lugar
nuevamente volvía a su normalidad, volvió su debilidad y dificultad para andar. Después de comer ya no podía levantarse de su silla sin ayuda, había vuelto a su normalidad de paciente. Recuerdo que esa vez al ver que volvía a ser paciente le dije: “Ya
no estás en ‘modo profeta’, ahora estás en
‘modo paciente’. Ella me dijo “Sí en este modo de paciente todo es más difícil”
y se rió.
Ver a Ana Victoria es ver la gloria de Dios, más aún verla como médico, pero como ella misma lo expresa, la gracia de Dios es quien la sostiene cada día. Es Dios mismo quien le da la fuerza y le permite salir y hablar de su amor y de su palabra a pesar de la ELA que afecta su cuerpo.
Ver a Ana Victoria es ver la gloria de Dios, más aún verla como médico, pero como ella misma lo expresa, la gracia de Dios es quien la sostiene cada día. Es Dios mismo quien le da la fuerza y le permite salir y hablar de su amor y de su palabra a pesar de la ELA que afecta su cuerpo.
Para mí y para mi familia ella ha sido una bendición y un
ejemplo vivo de la magnificencia de Dios en los que le temen. Visitarla es tan
relajante, que a veces se nos olvida que tiene ELA; su familia es genial, sus
hijos sirven a Dios y son muy atentos y amables. Su esposo es un ejemplo de
verdadera paciencia.
Espero esto les anime… Ah, se me olvidaba decirles que también
hubo otra cosa que me sorprendió como médico y es que Ana Victoria nunca ha
tomado el tratamiento específico para la ELA ( rilutek), pues los primeros años
no tenía diagnóstico diferenciado, después le dieron un diagnóstico errado (miastenia gravis) y luego que su diagnóstico
fue claramente diferenciado como Esclerosis Lateral Amiotrófica, el tratamiento no ha llegado en
la farmacia de alto costo donde ella le toca retirarlo, pero a pesar de eso, ella ha
llegado hasta hoy y podemos decir: "¡Hasta aquí la ha ayudado el Señor, su Señor,
mi Señor....nuestro Señor!"